CAPITULO I





EL INICIO

Ten cuidado con tus sueños:   son las sirenas de las almas, Ellas cantan, Nos llaman, Las seguimos y jamás retornamos.

" Gustave Flaubert "



Recuerdo que fue una tarde, de esas melancólicas con el sol rojizo y tenue, aire fresco y ligero cuando te conocí.
Yo era administrador de la compañía y tú eras mi subordinada.
Esa tarde al pasar uno junto al otro cruzamos nuestras miradas, de esas en donde se podría decir que no quieres ver directamente a los ojos de la otra persona, ya que sientes de ser así, sabría todo de ti.
Pues bien cruzamos las miradas y así fue como se encendió la chispa que encendería nuestro fuego pasional de muchos años, no sé cómo, pero eso basto para que tú y yo sintiéramos que ya nos conocíamos de hace mucho tiempo atrás.
Te invite a pasar a mi oficina a lo cual accediste con mucho gusto, en ese instante comenzamos a platicar… cosas triviales como: que te gusta, donde vives, de la familia, de nuestros
gustos… y lo inevitable… el gusto por nuestras parejas, que no nos gustaba de ellas y que si nos gustaba de ellas.
Así fue que ya entrados en confianza fue cuando le comenté mi gusto por el bondage, ella se me quedo mirando fijamente y me pregunto: ¿qué es eso? le explique muy superficialmente lo que era y mi gusto de practicarlo, de como de mi interior de mi ser salió libre y espontáneo el hecho de practicarlo. (He de decir que ya antes había tenido bastantes experiencias en este arte y lo practicaba muy al modo y estilo de una Web española que se titulaba: “Un rincón del paraíso” para ser muy preciso estaba dedicado al amor por el arte del bondage y bdsm en su máxima expresión erótica, de disfrutar la masturbación de tu pareja, explotando al máximo los sentidos de ella, basada en la entrega absoluta por amor de “La Historia de O “).
Le platique de como tenía mis relaciones íntimas con varias chicas que habían sido mis sumisas, de la forma en que lo practicábamos, del premio y castigo y sobre todo de las ataduras en nuestros cuerpos.
Al voltear a ver su rostro la vi.
Ahí sentada frente a mí, parecía una estatua… sonrojada y con una cara que expresaba una ansiedad extraña, yo diría una ansiedad sexual que transpiraba a través de su cuerpo… muy pero muy evidente.

En su mirada tenía un brillo muy especial. Una mirada de lujuria desafiante que al momento de hablarle no me contestaba, seguía perdida, hasta que por segunda vez la llame por su nombre y así fue como ella reacciono y regreso al momento en que estábamos junto… solos en esa oficina, y que ya era de noche.
Ella se paró de su asiento y solo acertó a decir. “Ya nos veremos en otro momento y gracias por ser sincero conmigo, pero si quiero que nos volvamos a ver y que me sigas platicando de eso que a ti te gusta mucho“ se dio la vuelta y se retiró sonriente.
¿Mientras yo me quede con un sabor de boca de satisfacción total… de qué?


No lo sé…, en ese momento todavía no lo sabía.

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CAPITULO II




Si la inocencia en el hombre es algo negativo, en la mujer es la esencia de la vida.

" Soren Kierkegaard "






Días después seguimos saliendo juntos, a desayunar o a comer, pero dentro de la plática siempre tocábamos el punto de las ataduras y la sensualidad de estar atado. (La práctica del bondage en lo personal es atar a la sumisa y hacer sentir las sensaciones más ocultas de ella, explotarlas al máximo hasta llegar al clímax del orgasmo, despertar sus cinco sentidos y sensibilizar sus partes erógenas) ella a su vez se mostraba más interesada en saber el cómo y que se sentiría.

En un día como cualquiera salimos a comer a un restaurant, todo iba bien hasta que terminamos de ingerir nuestros alimentos, ella se me quedo viendo fijamente... desafiante y le pregunte que si estaba bien y ella solo guardo silencio, un muy largo silencio, y cuando decidió decir algo, dijo “quiero que me enseñes como lo haces, llévame contigo y as de mi lo que quieras, te lo pido por favor... te lo suplico, pues ya no aguanto más, desde que estoy contigo no hago más que imaginarme lo que harías de mí ya atada, todas esas ideas tuya las traigo conmigo día a día, por las tardes y peor aún … de noche, no sabes que noches paso, son insoportables“ yo la mire un poco desconcertado ya que no pensé que me lo pidiera tan pronto, pensé que necesitaríamos conocernos un poco más. Ella una mujer muy bien formada de 27 años, 1.75 mts de estatura. Cabellera rizada, de rostro afilado, piel morena, rostro hermoso y forma voluptuosas, labios delgados, pero bien definidos, ojos negros y de una mirada muy profunda, casi desafiante. Yo ya esperaba esa invitación ya que a mí también me gustaba, y aun mas, ya la soñaba desnuda y atada. (Esa exquisita sensación de tener a una persona totalmente indefensa, atada, de saber que tú puedes hacer lo que quieras y hasta donde quieras con ella … sin que ella pudiera ni siquiera gemir, ya que la boca la tendría tapada con una mordaza de bola negra), la vi fijamente y le pregunte "está segura de lo que me estas pidiendo" y ella con aplomo y con una actitud bien desafiante me contesto "si" y ya no dije más. Me puse de acuerdo con ella para esa primera vez, después de esto me pareció ver sonrojado su rostro y creo que el mío también de la emoción que me embargaba de imaginármela atada.

Llego el día en que tendría que salir con ella, la cite a las 6:00 pm en un poblado muy campestre donde había un hotel muy acogedor, en ese lugar había clima muy fresco. Prepare mi material que usaría ese día, saque una maleta negra y ahí deposite varios metros de cuerda de algodón de un grosor mediano, una seda negra, una mordaza de bola negra, un vibrador, un cirio azul cielo, una rosa blanca, incienso y unas pastillas de menta concentrada. Pude llevar más cosas, pero decidí hacer algo sencillo, por ser la primera vez. Salí  5:30 pm en mi intrepid rojo cereza, llegue a una esquina, en ese lugar debería yo de esperarla, pero ella ya estaba ahí de pie, todavía recuerdo de como iba vestida, traía un vestido negro largo y entallado el cual solo dejaba ver sus zapatillas negras, ese vestido estaba muy pegado a su cuerpo resaltando sus senos voluptuosos, pero más me sorprendió el atado de dicha prenda a los costados de su cuerpo, en los cuales se podía ver con toda claridad el hermoso color de su piel morena, su cabello negro, frondoso y suelto (he de decir que el día que nos pusimos de acuerdo, le puse como condición que para este día, se pusiera zapatillas negras) y que decir de su perfume… a su perfume con olor a vainilla, vaya contradicción para el mundo del bondage o bdsm. Después de que ella subió, no cruzamos miradas y se hiso un silencio tenso pero agradable, pues eran los nervios de saber que iba a pasar esta, la primera vez.


Llegamos en 30 minutos al lugar, descendimos del auto y entramos al hotel tipo cabaña. la gente no dejaba de verla, sin duda les gustaba. Ya en el interior de la recamara, el ambiente se torno un tanto tenso, ella se sentó en la cama y se quiso quitar la ropa, pero la detuve, y le dije "No quiero que te quites la ropa aun, solo te la quitaras cuando yo te lo pida…" y continúe "quiero que te sientes en el sofá y te relajes, acomódate y disfruta el momento" di media vuelta y camine a donde había dejado mi mochila negra, de ella comencé a extraer y a ordenar mi material que había traído, ella observo con asombro lo que de mi maleta extraía, ya una vez presentado mi material, di vuelta y me dirigí al baño, para cambiarme de ropa y ponerme una de color negro. Al yo salir del baño, ella con una cara de desesperación me pregunto “que va a pasar ahora”  voltee y le dije “de todo, tu arrodíllate al centro de la habitación y has todo lo que yo te diga" en ese momento ella se levantó del sofá y se dirigió al centro de la habitación, se paró y luego se arrodillo, después fui junto a mi mochila y tome el cirio azul, me dirigí a ella y se lo di junto con un encendedor y le dije que lo encendiera, así ella lo hiso, después le ordene que lo depositara en el piso, ya hecho esto, fui a tomar una rosa blanca que deje a un lado de mi mochila y se la di, a lo cual le dije " tómala con las dos manos y quiero que estés de frente siempre a ese cirio azul y con la cabeza inclinada ante el" también tome de mi mochila los inciensos y los coloque en cada esquina de la pequeña sala,  fui nuevamente a mi mochila y tome una seda negra  y camine hasta ella para colocarme detrás, y con mucha delicadamente le cubrí los ojos, después de esto le ordene ponerse de pie, le pedí la rosa, ella me la dio y la coloque a un lado de nosotros, entonces comencé a recorrer con mis manos su cuello, hombros, explore su cintura, recorrí morbosamente sus piernas hasta llegar a tocar sus zapatilla color negro. me incorpore y me acerque a su oído y con una voz muy firme le susurre al oído,



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-El alma se coloca en el cuerpo como un diamante en bruto, y debe ser pulida, o el brillo nunca aparecerá.


-Daniel Defoe.



“a partir de ahora serás mía en cuerpo y alma, seremos uno, tu dolor y amor serán míos y vivirás por siempre en mi corazón.“ Dicho esto, me coloque detrás de ella, pose mis manos en sus desnudos hombros, y con ellas sujete su vestido y comencé a jalar hacia abajo, lentamente, poco a poco su vestido al compás de mis manos se iba deslizando por todo su cuerpo, mis manos no perdían detalle de su cuerpo, lo cálido de su piel, el olor a vainilla que transpiraba conforme su cuerpo quedaba al descubierto, de tal forma que su piel por primera vez sintiera la textura de que estaba hecho su vestido, poco a poco lo deslicé por sus senos, cintura, caderas y al llegar a sus piernas, lo solté, el cual, ahí quedo. Su piel morena ya intensificaba el olor a vainilla, por el nerviosismo de ya no traer su vestido, temblaba como hoja al viento, pero de algo estaba bien seguro, no era miedo, ni frio u otra cosa… Era de ansiedad, por primera vez su cuerpo experimentaba el sentir de lo que le rodeaba, su piel se sensibilizo tanto que, al tocar cualquier cosa con ella, sentía su suavidad, aspereza o textura, esta experiencia se da por la falta del sentido de la vista, es increíble como tus otros sentidos se sensibilizan más, a falta de uno de ellos. Pase mis manos por su cintura ya desnuda, y con ellas toque su ombligo y las fui subiendo suavemente, rosando con las yemas de mis dedos, su piel, hasta llegar a su sostén negro y delgado, poco a poco lo recorrí hasta llegar a donde estaba sus broches, y lo solté, sin deja que cayera al suelo lo sostuve de sus copas, que a su vez tenía sus frondosos y turgentes senos, sentí como se erguían sus pezones, pues ya empezaba yo a acariciarlos con las yemas de mis dedos, poco a poco comencé a retirar el sostén de su cuerpo, hasta dejarlo a un lado de nosotros. Mis manos las pose en su cintura y las fui deslizando a cada lado de ella, hasta llegar a tomar con mis dedos los tirantes de la tanga que traía puesta, (una tanga de color negra, con dos tirantes de cada lado y un broche en forma de mariposa) sujete esta prenda con mis manos y comencé a jalar con firmeza,  hacia arriba y hacia abajo, esto ocasiono que la parte baja de esta prenda se introdujera entre sus labios vaginales, ella estática y de pie se veía muy nerviosa, se notaba que le temblaban las piernas, ella doblaba una rodilla y luego la otra, con mucha ansiedad, mis manos ya húmedas de su sudor, empezaron a deslizar esta prenda, poco a poco por todo su cuerpo, muy suavemente, sin dejar de acariciar sus piernas, muslos, pantorrillas y pies.

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-el miedo es ese pequeño cuarto obscuro, donde los negativos son revelados.-


-Michael Pritchard.


Ahí la tenía frente a mí, hermosa, desnuda, temblando… casi gimiendo, di de vueltas alrededor de ella, observando cada detalle de su cuerpo, como un lobo saboreando ya su presa, sus senos erguidos temblaban con el menor ruido, su vagina se veía ya húmeda, y los labios de su boca se mordían entre sí, lentamente me coloque detrás de ella, con mis manos tome las suyas de las muñecas y enérgicamente las coloque en su espalda, y le dije “ déjalas así y no te muevas” di media vuelta y me dirigí a mi mochila, de ahí tome una cuerda de algodón blanco, la cual doble por la mitad y volví a donde ella estaba, comencé a atarla de las muñecas, de ella solo oía un leve gemido de placer, y al terminar de atarla le di la orden de que no se moviera por nada, oyera lo que oyera, sintiera lo que sintiera, y continúe diciendo, que de no hacer caso tendría un castigo, pero si obedecía, tendría una recompensa. Tome la rosa que estaba el suelo y con ella comencé a acariciar lentamente su cuello, luego sus hombros y de ahí comencé a recorrer con ella sus senos, al llegar a rosar sus turgentes pezones, ella tembló con fuerza, por lo cual azote la rosa en su seno y le advertí, “te dije que no te movieras, si vuelves a moverte te seguiré azotando con la rosa, y así hasta quede el puro tallo con espinas, ¿entendiste? No vi ni escuche respuesta de su parte y continúe diciéndole, “ahora son tus senos, después tu vientre, luego tu vagina y terminare con tus pies, así que prepárate.” Así fue como continúe con verdadera devoción rosando con los pétalos sus turgentes senos y poniendo más empeño en sus pezones ya erguidos, pero vi que si entendió, pues ya no se movió, pero su sudor ya era exagerado, después de varios minutos, deslice la rosa a su espalda y de ahí continúe hacia abajo, por su columna vertebral hasta llegar a sus nalgas, aquí es donde me entretuve con las rosa, ya que la hice pasar por en medio de sus nalgas frotando con firmeza su ano, ahí pase varias veces la rosa, entonces camine y me puse frente a ella, me incline y pose la rosa en su ombligo, de inmediato vi como su piel se éxito, pues le salió el salpullido, de ese de como cuando tienes frio, así comencé muy suavemente, ya que es de saberse que entre más suave y lento es mayor la respuesta al tacto. Deslice mi rosa hacia abajo hasta llegar al área púbica, venía bien rasurada, de hecho le dio la forma de triángulo perfecto, se ve que se preparó para la ocasión, y le dije con voz fuerte y firme “abre las piernas,” ella así lo hiso y dejo ver que tan turgentes ya tenía los labios vaginales, muy frondosos, excitados, y comencé a pasar la rosa en medio de ellos, una y otra vez, en este punto vi como ligeramente saltaba al pasar la rosa con firmeza en medio de sus labios vaginales, los cuales ya intensamente húmedos mojaban la rosa, entonces pensé en castigarle por haberse movido, pero eso lo deje para lo ultimo. Dejé su vagina en paz y seguí pasando la rosa por el resto de su cuerpo, piernas, hermosas de verdad, rodillas y pies. Me incorporé y vi que ella ya no soportaba más, era gemido tras gemido, temblor tras temblor, decidí premiarla por haber soportado más de media hora por tal suplicio erótico, Así fue como ella comenzó su inducción a este mundo del bondage. Me incline frente a ella y con las yemas de mis dedos comencé a tocar muy suavemente sus labios vaginales, ella aun tenia las piernas separadas, así comencé a acariciarlos, frotarlos en un movimiento de vaivén, y ella en ese momento soltó un gemido profundo y mordió sus labios con fuerza, y de pronto junto y apretó las piernas, por este acto le impuse un correctivo, razón por la cual le di una fuerte nalgada del lado izquierdo, esto hiso que ella de inmediato volviera  a abrir las piernas, me pare y me acerque al oído, y le susurre, “si vuelves a hacer esto, todo se acaba aquí, ¿entendiste? ” ella asistió con la cabeza afirmativamente, sin decir nada. Volví a inclinarme y continúe jugueteando con sus labios vaginales, luego me encontré con su clítoris ya erecto, el cual frote su punta con la yema de mis dedos, suave muy suavemente, el cual ya libido y erecto se acoplaba perfecto a las yemas de mis dedos. Ella ya temblaba con frenesí y sudaba mucho, me puse de pie y fui a donde estaba  mi mochila, de ahí tome las pastilla de menta y me coloque una en mi boca, di media vuelta y regrese a donde ella estaba y en seguida le dije al oído “te has portado bien, te premiare por algunos minutos, así que disfrútalo pues podría ser la última vez” me arrodille, me acerque a su vagina, levante mi mano y con los dedos separe los labios vaginales, dejando expuesto el clítoris ya muy erecto y suavemente comencé a lamber, primero suavemente y al paso de los minutos comencé a hacerlo con más fuerza, así durante casi diez minutos, al ver que ella ya no aguantaba más… la deje jadeante, extasiada, al punto del clímax de orgasmo, ella ya casi no se podía sostener en pie, me pare, la tome de la cintura y la cargue en mis hombros, camine hacia la cama y ahí la deje, recostada, vi como se retorcía de un lado a otro, en ese momento le dije “te dejare así, pues es tu castigo por no haber pasado tu primer prueba, te dejare con las ganas, y quién sabe si más adelante… o algún otro día, o no lo sé, volvamos a intentarlo, pero por lo pronto así te quedas.” Y antes de darle la espalda, vi cómo se soltó a llorar, con un llanto profundo e inconsolable, así se quedó recostada, ya más tarde, me acerque y con mucho cuidado la gire hacia un costado de ella para desatar el amarre que traía en las manos, me di cuenta que ya las cuerdas habían marcado su piel, marcas que durarían muchos años más.
 Ya después me bañe y luego entro ella a hacer lo mismo, nos vestimos y salimos de ahí para comer algo e irnos cada quien a su casa.

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